En los últimos años, no paramos de ver cómo múltiples compañías llegan a acuerdos con influencers, las nuevas estrellas de Internet que llenan las redes sociales con sus comentarios, opiniones, fotografías y vídeos.
Estos perfiles tienen un gran número de seguidores, han sabido conectar con su público y aunque se tengan en alta estima, reciben también su dosis de odio y comentarios trolls diarios. ¡Nadie se libra!
No obstante, cada influencer es un mundo. Tiene su tono, su estilo, se dedica a unos temas específicos (desde el gaming hasta blogs de maquillaje, pasando por canales de YouTube que analizan juguetes, por ejemplo) y, por supuesto, tiene una forma de vida.
- Es muy importante que antes de considerar cualquier perfil para una campaña publicitaria, estudiemos muy bien qué estamos haciendo. Y cuando digo estudiemos, me refiero a hacer una búsqueda exhaustiva de información para averiguar qué tipo de audiencia tiene, cómo se comunica con su público y si encaja con la manera de ser de nuestra empresa y los valores/productos que queremos ofrecer. Por supuesto, también hay que identificar si hay polémicas que podrían ensombrecer nuestro producto a sus espaldas.
- Además de hacer esto, es importante considerar que tenemos que trazar una estrategia según, no solo el perfil, sino la categoría en la que se encuentra el influencer con el que queremos colaborar. No es lo mismo trabajar con alguien que tiene 10 millones de seguidores en Instagram subiendo fotografías relacionadas con el mundo de la moda, que con alguien que tiene 500.000 suscriptores en YouTube compartiendo vídeo gameplays. Se pueden diseñar campañas efectivas, divertidas y que alcancen un gran impacto y objetivos para ambos, pero seguramente estas no se parezcan en nada. Hay que evaluar tanto su número de seguidores, engagement, como el sector al que se dedican.
Al principio, este proceso puede parecer abrumador, pero en cuanto vas conociendo el mercado, todo va saliendo cada vez más rodado.
En resumen, construir relaciones fructíferas con influencers no es algo que salga de la noche a la mañana. Requiere trabajo, dedicación y por supuesto, conocer muy bien a las partes implicadas. Eso sí, ¡hazlo bien y te verás recompensad@ con creces!