Hoy vamos a analizar las estrategias de comunicación bien diferentes usadas en dos de las películas de terror más conocidas, Holocausto Caníbal  y La Semilla del Diablo, aunque con un punto común: El rumor.
La primera fue la precursora en usar un truco retomado posteriormente por El proyecto de la Bruja de Blair, el de las grabaciones encontradas: Un grupo de jóvenes desaparece (en la selva amazónica esta vez), a donde habían ido para rodar un documental. La película continúa con un antropólogo que es enviado a buscarlos, descubriendo que han sido asesinados por la tribu Yanomami. Estos todavía conservan las cintas de video, así que el antropólogo se las lleva; cuando ve su contenido descubre cómo han sido los últimos y salvajes días del grupo de rodaje.

Holocausto Caníbal fue una película de gran controversia debido a sus explícitas y realistas imágenes de violencia, que incluyen asesinatos, despedazamiento de animales, decapitaciones, desmembramientos, violaciones… siendo prohibida por este motivo en numerosos países. En tiempo más reciente, hemos visto como Saw VI fue cancelada en los cines comerciales por los mismos  motivos, viéndose relegada a las salas de cine para adultos; esta noticia fue recogida por los medios dando difusión y publicidad a la película por estrenar.
El director y productores, conscientes del revuelo que causarían las imágenes en el estreno, hicieron previamente firmar un documento a los actores prohibiéndoles aparecer en ningún medio durante el año siguiente al lanzamiento de la película, y por supuesto no podrían aparecer tampoco en la gala del estreno. Poco a poco se extendió el rumor de que los actores habían sido realmente asesinados durante la grabación.
El resultado fue que la  película fue confiscada en Italia diez días después de su primer pase, y su director fue arrestado; para defenderse de la acusación de asesinato tuvo que juntar a los cuatro actores principales a fin de que dieran “prueba de estar vivos”. El director aprovechó hábilmente esta situación para ir con ellos a un programa de televisión a contar la rocambolesca historia y de paso explicar algunos de los trucos usados para lograr unas imágenes tan reales y sangrientas. La película acabó siendo un éxito en taquilla a pesar de las prohibiciones en algunos países, y hoy en día es un título de culto para los fans del cine de terror.
En 1999 El proyecto de la Bruja de Blair siguió una estrategia parecida, usando el elemento común del metraje encontrado y presentando el film como un documental, consiguió generar un gran hype en torno a la película por el rumor extendido de que las cintas eran reales.
Ahora vamos con una estrategia bien diferente; La Semilla del Diablo fue dirigida por Roman Polanski y protagonizada por Mia Farrow, una actriz medianamente conocida entonces, no tanto por sus papeles en cine y TV como por su reciente matrimonio con Frank Sinatra. Este hecho acabó siendo el centro de una de las estrategias de venta de la película.
Primero, porque Frank Sinatra había pedido a su mujer que abandonara su carrera al casarse; que Mia aceptara el papel le costó el matrimonio, pues Sinatra le pidió el divorcio a mitad del rodaje (y esto por supuesto fue convenientemente filtrado a la prensa). Las desavenencias de la pareja durante el rodaje fueron bien retratadas en las revistas del corazón y prensa sensacionalista de la época (lo que recuerda a la película Tengo Ganas de Ti, el estreno español que más ha recaudado en lo que va de año. Durante el rodaje se han estado alimentando los rumores, por parte de algunas revistas del corazón, de las posibles tensiones entre la actual pareja del protagonista, Mario Casas, y la ex, ambas con un papel en la película. Esto ha generado difusión extra para la película, ya que se han publicado fotos y noticias de los tres actores en el rodaje durante los meses que este ha durado, haciendo que el público potencial de la misma estuviera bien al tanto de la fecha del estreno); el efecto secundario es que todos esos lectores conocían ya que esta película estaba rodándose, y cuando se estrenó era ya una de las producciones más esperadas incluso por sectores de la población que jamás habían ido a ver una película de ese tipo.
Otro de los vértices de la promoción en torno al personaje de Mia Farrow fue el famoso corte de pelo que le hizo Vidal Sassoon para interpretar a Rosemary en la película. La prensa recibió una invitación para asistir a los estudios de la Paramount a lo que se supone que sería una rueda de prensa sobre el filme; al llegar se encontraron en una enorme sala con un ring de boxeo en su centro a modo de escenario, y sobre él, el peluquero más famoso del mundo haciéndole un radical corte de pelo a Mia que -según fueron informados- costó 5.000 dólares, una enorme cantidad para la época. Aunque ahora puede parecer un look nada fuera de lo normal, ese corte de pelo era de lo más transgresor  si tenemos en cuenta que en esa época el cabello femenino todavía se llevaba bien cardado y bañado en laca, y por supuesto largo. Este era el look que Polansky había decidido para la protagonista, y fue hábilmente transformado en un elemento más de comunicación. También, una vez más, corrió el rumor de que Sinatra montó en cólera al ver a su mujer con ese corte de mujer liberada y moderna. Cierto o no, lo único seguro es que esto trajo más publicidad para la película.
Como vemos, en el cine, como en cualquier otro ámbito en el que se usen las RR.PP., pocas acciones son auténticamente novedosas, casi todas tienen un precedente que ya forma parte de los casos pioneros de la comunicación.

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