El evento de prensa que cambió el mundo del vino

El inglés Steven Spurrier decidió en 1971 afincarse en París y abrir su propia cava, una tienda donde vendía vinos franceses con la novedad de que dejaba a los clientes catar el vino antes de comprar. Su tienda fue poco a poco obteniendo reconocimiento y acabó abriendo también su propia escuela de catadores, colaboraba con revistas especializadas sobre vino y se iba haciendo un nombre en el país. Regularmente hacía en su tienda eventos de promoción de los vinos de una determinada región, educando así en la cultura vinícola a muchos visitantes de la tienda y extendiendo el conocimiento sobre las variedades de vino francés y las diferentes zonas productoras.

Para promocionar su cava y su recién abierta escuela, ideó un evento que creyó que le reportaría cobertura mediática. Era 1976, el centenario de la independencia de EEUU, y esto le dio la idea de, aprovechando sus buenos contactos entre los mejores catadores de Francia, invitar a 9 de estos a hacer una cata ciega con los mejores vinos franceses y algunos vinos americanos, que había conocido durante un viaje por California.

El objetivo del evento, más allá de que era seguro de que ganarían los vinos galos, era atraer a la prensa y lograr cobertura sobre su negocio. La convocatoria de prensa salió mucho peor de lo que esperaba, los periodistas no veían el interés informativo en una cata cuyo resultado era tan previsible, así que no hubo ninguna confirmación de asistencia de prensa. Spurrier, estresado como cualquier RRPP a las puertas de un evento y sin confirmaciones de periodistas, decidió llamar al americano George Taber, un ex alumno de su escuela de vinos, que era corresponsal de la revista Time en París. Le pidió que por deferencia hacia su antiguo profesor, por favor asistiera al evento.

Llegó el gran día, todo estaba listo. Los jueces, nueve personalidades del mundo del vino en Francia llegaron al lugar elegido, el Hotel Intercontinental, muy cerca de la tienda de Spurrier. La cata sería a ciegas, es decir, sin que los jueces conocieran de antemano qué vino estaban probando, cada vino recibiría una puntuación de 0 a 20. La lista de los vinos y el orden de cata fue dada únicamente a la prensa, es decir, a Taber, el único periodista asistente.

Tras la cata de blancos se desveló la puntuación, y para sorpresa de los jueces la nota más alta era un vino californiano. Se pasó a los tintos con igual resultado. El malestar de los jueces era obvio, intentaron incluso retirar sus calificaciones y atacaron a Spurrier como si fuera un traidor que hubiera preparado todo a propósito para descalificar los vinos galos.

Taber publicó el reportaje en TIME con el resultado de un aumento gigante en las ventas del vino de california. A partir de la publicación de los resultados, la industria americana del vino tuvo un crecimiento que no ha parado hasta hoy, convirtiendo a California y en particular a la zona de Napa Valley en uno de los referentes mundiales en producción de vinos de calidad.

Por otro lado, este “toque de atención” también fomentó que los vinos franceses no se durmieran en los laureles del savoir faire de la vieja Europa e intentaran realizar mejoras en sus cosechas y tratamientos, lo que ha resultado en un aumento aún mayor de la calidad de sus caldos desde esa fecha.

La peor parte se la llevó Spurrier, que tras el revuelo, considerado un traidor por parte de las personalidades del vino en Francia, tuvo que cerrar su tienda de París y acabó volviendo a Gran Bretaña, donde sigue hoy en día trabajando como reputado consultor de vinos y crítico para revistas especializadas.

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