Hace unos días leíamos la noticia de que la acción de incluir los nombres propios más comunes en las latas de Coca-Cola había reportado a la firma un aumento espectacular de sus beneficios: una subida de las ventas en España de un 13% desde que comenzó la campaña en Septiembre. Algo tan simple como encontrar la lata con nuestro nombre nos hace ilusión.

 

También buscamos y compramos la lata con el nombre del amigo o del hijo, para dársela. Otros se quejan de que su nombre, menos común, no tiene lata – ningún problema, se lo solicitas a Coca-Cola y esta te manda una pegatina con tu nombre, por raro que sea, que puedes pegar en tu lata y dejar de ser el único de la oficina sin nuevo bote de lápices personalizado. Así es como han acabado algunas de estas latas, adornando escritorios y mesas de trabajo, informando al visitante de que quien ocupa esa mesa se llama Alfonso o Marta.
Hacer un envase que sea deseado por el público, ya sea por único, por ser coleccionable o por su posible reutilización, también es una estrategia de marketing. Pero ¿qué otros envases nos han acompañado tradicionalmente en nuestro hogar, dándoles un segundo uso? Si echamos la vista atrás y retrocedemos a nuestra infancia, recordaremos algunos productos pioneros en usar envases que se reutilizaban en casa:
Los vasos de Nocilla
Actualmente lanzan vasos coleccionables de Victorio y Lucchino, o con dibujos de Doraemon y otros personajes atrayentes para el público infantil (como la incombustible Hello Kitty o como no, las Monster High), pero en los años 80 la Nocilla ya se vendía en esos vasos, entonces transparentes, que luego formaban parte de la vajilla de muchas casas y que han ido cambiando no sólo de dibujo sino también de forma, adaptando su diseño a los nuevos tiempos pero siempre manteniendo la posibilidad de ser reutilizados.
El tambor de Colón
Al contrario que el vaso de Nocilla, desconocemos si los diseñadores del bote de Colón ya pensaron que luego pasaría a ser la caja con tapa donde muchos niños de los 80 guardábamos los juguetes, pero lo cierto es que el famoso bote aparece en los recuerdos de infancia de muchos treintañeros. Las piezas del Tente, los cochecitos, las barriguitas, los indios y vaqueros… todos al tambor super resistente, que algunas madres incluso forraban de papel estampado.
La botella de Casera
Esa botella con tapón de porcelana, y el resorte metálico que hacía que quedase bien cerrada… otro recuerdo de nuestra infancia. Estas botellas eran retornables en los 80 pero siempre había alguna que se quedaba en casa y que servía para poner agua a enfriar en la nevera en los meses de más calor. En los 90 el diseño fue evolucionando hacia la botella de plástico que vemos hoy en las tiendas, y estas botellas de cristal han pasado a ser buscadas por amante de lo vintage en eBay.

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