Acaban de pasar las navidades y muchos coincidiremos en que el anuncio de Freixenet es desde hace tiempo uno de los signos que avisan de la llegada de esta época del año.

 

Freixenet es una empresa relativamente más joven que su competidora Codorníu, cuyo linaje familiar remonta al siglo XVI. Freixenet nació a principios del XX, y toma su nombre de la finca La Freixeda.

Desde 1977 anuncia cada año la navidad con gran inversión publicitaria. Sus anuncios, protagonizados por un famoso (en época de bonanza fueron incluso dos por año), se convirtieron en un símbolo navideño más, y eran en sí un metaspot, el spot se anunciaba con otro spot: había teasers, e incluso salía en la programación de las parrillas televisivas que las revistas semanales proveían a las familias españolas (por ejemplo la revista TP).

No los mejores en calidad, pero si en cantidad, estos dos gigantes del cava han chocado entre ellos varias veces durante los últimos 20 años, una guerra prolongada y muy negativa no sólo para los contendientes, sino para la imagen del cava en general, especialmente en los años 90, donde  hubo una encadenación de graves acusaciones; Codorníu denunció que su rival había estado, durante más de 20 años, “adulando” a los políticos con suministros gratis de cava para las campañas electorales, y consiguiendo a cambio favores, contactos y facilidades que Codorníu no obtenía. También se extendió el rumor de que Freixenet no respetaba los mínimos de reposo en botella del cava, que tenía que ser 9 meses.

El Consejo Regulador del  Cava intervino y comprobó que los rumores eran ciertos, Freixenet sólo guardaba sus botellas durante 4 meses, y como resultado violaba los estándares de calidad. Recibió una multa millonaria y multitud de noticias negativas en los diarios, algo tan doloroso para su imagen como la multa.

Freixenet contraatacó con otra acusación (-“Tú”, -“No, ¡tú más!”): Codorníu usaba la uva Pinot Noir en sus cavas, lo cual tampoco era permitido por los estándares, sus cosechas excedían el máximo permitido y además había copiado a Freixenet su botella de cristal blanco esmerilado, que ellos habían introducido por primera vez en el mercado del cava para embotellar su “Carta Nevada”, siendo toda una novedad pues las botellas de cava siempre habían sido verdes.

Codorníu intento defenderse, pero también obtuvo su multa y la prohibición de usar ese tipo de botella. Esta guerra se prolongó durante más de 10 años, finalizando en 2006 cuando Codorníu selló la paz pagando la compensación económica que debía a su rival y entregándole los dos millones de botellas blancas que almacenaba sin poder usar debido a la decisión judicial de que esa botella tenía que seguir siendo característica de Freixenet. 

Los portavoces de ambas compañías sabiamente evitaron hacer declaraciones, evitando hacerse los “ganadores” o “perdedores”  y silenciosamente volvieron a la paz, tras unos  años en que estas guerras internas perjudicaron gravemente la imagen de  la industria del cava catalán en general poniendo en duda su integridad a la hora de respetar los estándares de producción y calidad.

 

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