En 1999 conseguí mi primer trabajo en el departamento de marketing de Coca-Cola.  Aprendí un millón de cosas útiles que jamás me enseñaron en la universidad, pero la frase que más me repitieron fue “¿has ido a verlos?”

Las generaciones con las que trabajaban venían de un larguísimo periodo donde primaban las reuniones físicas y como medio secundario el teléfono, el fax y un incipiente mail (tan precario en muchas de las compañías que teníamos que llamar por teléfono para confirmar que les había llegado)

Mi tendencia natural era usar prioritariamente el teléfono y el mail. Siempre que planteaba un problema a mi jefe, y antes de oír los detalles del mismo, me preguntaba “¿has ido a verlos?”. Acto seguido, salía de su despacho, solicitaba una reunión física, la tenía y en el 99% de los casos resolvía el problema.

En aquel momento, pensaba que reunirse era poco eficaz. Años después, me di cuenta de que las mejores relaciones profesionales que he establecido en mi vida han sido tras muchas reuniones físicas… algunas de ellas en medio de grandes problemas.  El teléfono es eficiente, pero la reunión era eficaz y había que encontrar un balance entre ambas.

Casi 20 años después, las oficinas se llenan de millennials, predadores de aguacate, multipantallas nativos, cazadores de experiencias y con pulgares ágiles.  Son trabajadores eficaces y creativos, pero tienen una cierta alergia a la llamada y a la reunión. Toleran el mail, aunque prefieran alguna de las herramientas de mensajería instantánea.  Alguna vez me han comentado sin pudor que las llamadas pueden ser algo hostiles…  

De vez en cuando, alguno de estos millennial se acerca a contarme un problema. Desde casi el primer momento que empiezan a hablar, tengo la respuesta lista: “¿has hablado con ellos?” En el 70% de los casos, esta llamada soluciona el problema… y habitualmente es un malentendido propiciado por las limitaciones propias de la mensajería instantánea.

Del 30% restante, la mayor parte de los casos se solucionan con una medida aún más drástica que me retrotrae a mis primeros años de carrera: “¿has ido a verlos?”

La mensajería instantánea (sea cual sea la herramienta) es inmensamente eficiente, pero las llamadas y las reuniones personales son mucho más eficaces.

FOTO: Kjokkenutstyr Net

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