No es fácil renunciar a un cliente, y mucho menos en una situación económica tan difícil como la actual, pero hay determinadas momentos donde un cliente puede ser todo, excepto una aportación positiva a tu empresa.
1. Miopía y dificultades financieras: La miopía que produce un incremento de facturación es directamente proporcional a los dolores de cabeza que te generará un impago… y la frustración producida por un impago que solo tú no viste.
2. Ladrones de Karma: cada empresa tiene un Karma único. Hay clientes, que por sus características, no encajan con tu empresa. Tienen un perfil diferente, hace que constantemente tengas que ajustar tu compañía para caminar en una misma dirección. A largo plazo… no funcionará.
3. Inexperiencia y definición de objetivos: pocas cosas hay más peligrosas que un cliente que no tenga clara la definición de sus objetivos. Esta falta de definición puede darse por una falta de experiencia en el campo. Un mal augurio para el futuro si no tiene la capacidad de delegar dicha área casi por completo.
4. Rentabilidad presente y futura: la rentabilidad presente es el elemento que más nos preocupa, pero realmente es la capacidad de generar rentabilidad futura es la que nos hará evolucionar como compañía. Excesos de inversión en proyectos cortoplacistas pueden tener como resultado un incierto futuro