André Gustave Citroën quedará para la historia como el fundador de la casa Citroën, y también como uno de los precursores de efectivas técnicas de marketing y comunicación que hoy se usan todavía. Os contamos hoy una de sus ideas, que tiene como protagonista la torre Eiffel, el icono de la ciudad de París.

En 1925 se le ocurrió la “brillante” idea de ofrecerse a iluminar esta torre de noche. La torre tendría las letras de su marca a lo largo de la estructura, para lo que se usaron más de 125.000 bombillas… ya sabéis que una cifra alta siempre es susceptible de comunicar, como el número de bombillas que se encienden cada año en la feria de Sevilla. Su idea hizo que el símbolo de París se transformara en la señal publicitaria más grande del mundo, y que los turistas, además de una foto delante de la torre, se llevaran ya la publicidad incorporada a sus casas.

Meses después de la instalación de las bombillas recibió en su fábrica a Charles Lindbergh, el primer piloto que cruzó en solitario el Atlantico sin escalas desde Nueva York hasta París, toda una celebridad en esa época. Cuando aterrizó en la capital francesa Lindbergh declaró que en el último tramo de su vuelo se guió gracias a la magnífica iluminación de la torre Eiffel (las letras de Citroën). Estrategia redonda.

André Gustavo murió en 1935; ese día se apagaron en señal de luto las luces de las letras de Citroën de la torre Eiffel y nunca más se volvieron a encender.

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