La Semilla del Diablo (1968) fue dirigida por Roman Polanski y protagonizada por Mia Farrow, una actriz medianamente conocida entonces, no tanto por sus papeles en cine y TV como por su reciente matrimonio con Frank Sinatra (lo de Woody Allen vendría aún mucho después). Su turbulenta relación con Sinatra acabó siendo el centro de una de las estrategias de venta de la película.

Primero, porque Frank había pedido a su mujer que abandonara su carrera para dedicarse a su matrimonio; que Mia aceptara el papel le costó el divorcio, Sinatra se lo pidió a mitad de la filmación (y esto por supuesto fue convenientemente filtrado a la prensa). Las desavenencias de la pareja durante el rodaje fueron bien retratadas en las revistas del corazón y prensa sensacionalista de la época, lo que produjo un gran hype para la película durante el rodaje, y al día del estreno era ya una de las producciones más esperadas incluso por sectores de la población que jamás habían ido a ver una película de ese tipo.

Otro de los vértices de la promoción en torno al personaje de Mia Farrow fue el famoso corte de pelo que le hizo Vidal Sassoon para interpretar a Rosemary en la película. La prensa recibió una invitación para asistir a los estudios de la Paramount a lo que se supone que sería una rueda de prensa sobre el filme; al llegar se encontraron todo un original acto muy alejado de la rueda de prensa que esperaban: una enorme sala con un ring de boxeo en su centro a modo de escenario, y sobre él, el peluquero más famoso del mundo haciéndole un radical corte de pelo a Mia que -según fueron informados- costó 5.000 dólares, una enorme cantidad para la época. No solo esta presentación a prensa era original, aunque ahora ese corte puede parecer un look nada fuera de lo normal, en aquel momento era de lo más transgresor  si tenemos en cuenta que en esa época el cabello femenino todavía se llevaba bien cardado y bañado en laca, y por supuesto largo. Este era el look que Polansky había decidido para la protagonista, y fue hábilmente transformado en un elemento más de comunicación. También, una vez más, corrió el rumor de que Sinatra montó en cólera al ver a su mujer con ese corte de mujer liberada y moderna. Cierto o no, lo único seguro es que esto trajo aún más publicidad para la película.

Como vemos, en el cine, como en cualquier otro ámbito en el que se usen las RR.PP., pocas acciones son auténticamente novedosas, casi todas tienen un precedente que ya forma parte de los casos pioneros de la comunicación.

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